Se vivieron momentos de auténtica tensión en los aledaños del Santiago Bernabéu antes del debut del Real Madrid en Champions League contra el Olympique de Marsella. Incluso, la Policía Nacional tuvo que cargar contra un grupo de ultras franceses que intentaban acceder al estadio sin entrada.
La llegada de los aficionados franceses a la capital española ya estaba considerada de riesgo. Según datos oficiales, cerca de 4.000 seguidores del conjunto francés viajaron a Madrid, de los cuales unos 800 fueron identificados como ultras. Desde primera hora de la tarde, el dispositivo policial desplegó un amplio operativo para controlar sus movimientos y evitar enfrentamientos con la hinchada local.

LA POLICÍA CONTROLÓ EL ACCESO AL BERNABÉU
A pesar de las medidas de seguridad, la tensión se desató poco antes de la apertura de puertas del Bernabéu. Varios ultras intentaron acceder sin entrada, forzando accesos secundarios y empujando vallas de seguridad.
La respuesta de la Policía Nacional fue inmediata: cargas contundentes y dispersión de los grupos más violentos. Testigos presenciales aseguran que en cuestión de minutos la zona pasó de un ambiente ruidoso a escenas de auténtico caos, con carreras, bengalas y enfrentamientos cuerpo a cuerpo.
La situación obligó a reforzar los controles de acceso. Los agentes realizaron cacheos exhaustivos a numerosos seguidores del Marsella, con especial atención a los ultras, para impedir la entrada de objetos prohibidos como armas blancas, bengalas o material pirotécnico. El operativo consiguió frenar una posible escalada de violencia dentro del estadio, aunque la tensión en las inmediaciones se mantuvo durante gran parte de la tarde.

EN EL REAL MADRID YA ESPERABAN ALGO ASÍ
El Real Madrid, en coordinación con las autoridades, había diseñado un dispositivo especial para este encuentro, consciente del historial conflictivo de parte de la afición marsellesa en competiciones europeas. El objetivo era claro: garantizar la seguridad tanto de los aficionados locales como de los visitantes que acudían de forma pacífica al partido.
Finalmente, los incidentes no dejaron heridos de gravedad, aunque sí se registraron varias detenciones y algunos daños materiales en el mobiliario urbano cercano al estadio. El encuentro pudo disputarse con normalidad, pero lo ocurrido en la previa deja una advertencia clara: los riesgos de los desplazamientos masivos de grupos ultras siguen siendo una de las grandes preocupaciones de la UEFA y de las autoridades de seguridad en el fútbol europeo.