Ramón Mendoza fue un famoso y prestigioso empresario que ejerció como presidente del Real Madrid a mediados de la década de los 80. Estuvo en la presidencia madridista durante diez años (1985-1995), en los que ganó muchísimos títulos, ya que lo fue en la gran y gloriosa época de la Quinta del Buitre. En su palmarés como presidente hay: 6 campeonatos de Liga (cinco de ellas consecutivas), 2 Copas del Rey, 4 Supercopas de España y 1 Copa de la UEFA.
Una de las personas que mejor conocía a Mendoza era el exjugador del Real Madrid José Emilio Amavisa. Jugó cinco temporadas en el conjunto blanco, en las que conquistó 2 Ligas, 1 Copa del Rey, 1 Supercopa de España, 1 Champions y 1 Copa Intercontinental. Jugaba de lateral izquierdo y fue fichado del Valladolid en 1994.
En una reciente entrevista, Amavisca confesaba que fue Mendoza el que se puso en contacto con él para que recalara en Chamartín y que el fichaje no se hizo hasta el último día de mercado de verano. Fue una opción de compra, ni siquiera un fichaje.
“La gente me decía: ‘¿estás preocupado?’ Hombre, preocupado no, lo peor que me podía pasar es que siguiera en el Valladolid, que estaba bien. Me decían de hacerme fotos con la camiseta del Madrid y tal, pero yo pasaba, a ver si luego no iban a hacer efectiva la opción e iba a quedar en ridículo. Ni siquiera hubo una presentación individual, me dijeron qué día empezaba la concentración y punto”, explicaba Amavisca.
¿Cómo era Mendoza?
El exfutbolista blanco también contaba cómo era Mendoza en persona, con quien siempre mantuvo una buena relación, y desvelaba uno de los vicios que tenía el presidente que le trajo al Real Madrid.
“Un dandy. Siempre iba bien vestido y siempre pedía tabaco a la gente. No sé por qué, pero él nunca llevaba, lo pedía a los demás, y mira que fumaba el tío. Estaba todo el rato «dame un cigarro, dame un cigarro». Las dos o tres veces que hablé con él me pareció muy cercano, muy cariñoso… luego en la tele se le veía de otra manera: un poco prepotente, un poco estirado, a lo mejor. No necesitaba montar un gran número para que supieras que el que mandaba era él”, relataba José Emilio.