Kylian Mbappé vuelve al Coliseum con un reto tan simbólico como físico. El francés, que será titular este domingo ante el Getafe, pisa un estadio que esquivó el curso pasado por un esguince en el tobillo. El mismo tobillo que hoy sigue dando que hablar dentro del vestuario blanco.
Hace un año, Mbappé no viajó a Getafe. Tenía molestias y Ancelotti prefirió no arriesgar. Ahora, con Xabi Alonso al mando, el contexto es otro: el Madrid llega líder, con el Clásico a la vuelta de la esquina y con la necesidad de no fallar. En Chamartín saben que cada punto cuenta y que el Coliseum nunca es un lugar cómodo.

“Jugar allí es como ir a la guerra”, bromean en el vestuario, y razón no les falta. El Getafe de Bordalás es el cuarto equipo que más faltas comete en LaLiga y el tercero en amarillas. Nadie regala un metro, y los duelos se pelean como si fueran finales.
El tobillo, bajo lupa
Mbappé acabó tocado el partido ante el Villarreal antes del parón. Viajó con Francia, jugó, marcó e incluso se retiró en el minuto 80 por precaución. Volvió a Madrid con molestias leves y se perdió varios entrenamientos. Sin embargo, ha completado las dos últimas sesiones sin problemas y estará en el once inicial.
En el club confían en su recuperación, pero hay cierta prudencia. Nadie quiere sustos con lo que viene por delante: Juventus en Champions, Clásico ante el Barça y viaje a Anfield. Un calendario de vértigo. Si el partido se pone de cara, Xabi Alonso podría darle descanso antes del pitido final.

Terreno hostil
El Coliseum no es un campo cualquiera para el Real Madrid. De las 20 veces que lo ha visitado, solo ha ganado en 12, ha perdido cinco y empatado tres. En otras palabras, en el 40% de las visitas, el Madrid no gana. Y eso, en casa del Getafe, ya es una advertencia.
Bordalás prepara un duelo de máxima intensidad. Su equipo vive de interrumpir el juego rival y de morder cada balón dividido. Mbappé lo sabe. El vestuario también. Todos cruzan los dedos para que su tobillo resista. Porque el francés es mucho más que un delantero: es el termómetro emocional de un Madrid que necesita su chispa para seguir en lo más alto.