El Real Madrid ha fijado la cifra: 150 millones de euros. Esa es la barrera. El club no negociará por debajo. El anuncio llega en un momento tenso. Las conversaciones para renovar a Vinicius están estancadas, y la relación con Xabi Alonso no es la mejor desde el inicio.
Desde dentro del club explican que la decisión no busca forzar a nadie. Es una medida de protección. El Madrid no quiere perder a su jugador gratis, y tampoco quiere desestabilizar a la plantilla. Poner precio es, además, una forma de mandar un mensaje al mercado.

Vinicius sigue siendo uno de los activos más codiciados. Su capacidad para desequilibrar es única. Su impacto mediático también. Por eso los 150 millones no extrañan a quienes siguen el mercado. La Premier observa con atención. Equipos como City, United o Chelsea pueden asumir la operación. Arabia Saudí también está atenta, aunque en el club dudan sobre su interés real.
Tensión con el cuerpo técnico
La principal cinta de fricción es Xabi Alonso. El técnico pide orden táctico y responsabilidad colectiva. Vinicius, por su parte, rinde más con libertad. Esa diferencia de estilos ha creado roces. No hemos visto una ruptura abierta. Pero sí cansancio. En el vestuario lo perciben. En Valdebebas se habla de heridas que no han cicatrizado.
El entorno del jugador, por su parte, pide calma. Recuerdan su juventud y su historia en el club. Dicen que Vinicius quiere quedarse. Y asumen que todo dependerá de las ofertas y del proyecto que le propongan.

Si llega una oferta seria, el Madrid la estudiará. Florentino ya dejó claro una vez que nadie está por encima del club. La cifra de 150 millones es alta, pero coherente con el mercado actual. Vender a Vinicius sería un golpe mediático y también deportivo. Reemplazarlo no será sencillo.
Por ahora, el club lanza dos mensajes. Primero: quien quiera a Vinicius, deberá pagar. Segundo: la puerta no está cerrada si hay acuerdo y el jugador quiere seguir. El próximo verano promete decisiones difíciles. Y en Madrid ya preparan el escenario para actuar con frialdad y criterio. Habrá que seguir de cerca los movimientos. Los agentes ya trabajan. El mercado no perdona errores. Y en Chamartín saben que el tiempo apremia. Esto solo empieza. Todo puede cambiar en pocas semanas.