Laporta es el rey del populismo, algo que conocen todos en Barcelona, por lo que nadie ya le toma en serio.
Hace pocos días, el presidente culé aseguró sobre el nuevo Camp Nou que "es el sueño colectivo del barcelonismo. Todavía queda un año para que esté acabado sin la cubierta. Los jugadores estaban impresionados, como todos nosotros. Se me han escapado algunas lágrimas. Lo miras y te acuerdas de tu padre, tu abuelo. Disfrutaremos del presente y construimos el futuro... Estamos trabajando para acoger un partido a partir de que tengamos la licencia 1B, la que permitirá abrir la zona de Lateral con 45.000 espectadores. Si nos la dan la semana que viene, se podría hacer contra el Athletic".
Nuevos problemas
Sin embargo, parece poco probable que las autoridades competentes le permitan al Barcelons jugar con esa capacidad y aforo, ya que aún está muy lejos de cumplir con las exigencias mínimas.

El problema está en que el estadio sigue presentando elementos de gran peligro para las personas ajenas a la obra acudan y que puede suponer un riesgo en un partido, algo que ha comprobado Culemanía, medio cercano a la entidad azulgrana, que ha dejado claro que "todavía quedan muchos obstáculos que eliminar para garantizar las mínimas medidas de seguridad".
Esto claramente supone un duro golpe para el Barcelona, ya que Joan Laporta sigue alimentando los sueños de todos los catalanes, pero más con ilusiones que con realidades, algo que no cambia y que difícilmente cambiará, sobre todo porque al final de la temporada habrán elecciones y el actual presidente juega con esa carta bajo la manga, teniendo la posibilidad de ser él quien decida las fechas, los tiempos y todo el proceso, algo que claramente le permite afrontar este proceso con mucha ventaja frente a sus adversarios.