Joan Laporta vive horas complicadas. La derrota del Barcelona en el Clásico frente al Real Madrid ha encendido todas las alarmas en la cúpula del club. La mala dinámica del equipo dirigido por Hansi Flick pone al presidente en el punto de mira.
El Barça mostró poca intensidad en el Bernabéu. Concedió demasiadas ocasiones y apenas logró inquietar a Courtois. Los goles de Mbappé y Bellingham dejaron al equipo barcelonista tocado y a Laporta preocupado. La masa social empieza a impacientarse y las críticas hacia la gestión del club comienzan a crecer.
La presión electoral
El presidente sabe que 2026 será un año clave: elecciones a la vista. Laporta confía en que Flick pueda revertir la situación. Necesita que los jugadores reaccionen y que la imagen del equipo mejore antes de que los socios empiecen a cuestionar su liderazgo. Una mala racha prolongada podría poner en riesgo su continuidad.

Flick trabaja a contrarreloj. Espera recuperar pronto a Joan García, Raphinha y Lewandowski, jugadores fundamentales para recuperar el nivel del equipo. La vuelta de estos futbolistas daría equilibrio ofensivo y permitiría mayor frescura en partidos clave.
Pero el gran desafío es Lamine Yamal. El joven delantero aún no ha encontrado su mejor versión. Sus problemas físicos y la falta de continuidad han afectado su rendimiento. Flick necesita que recupere confianza y que se centre para liderar el ataque blaugrana.
La gestión de Laporta
Laporta también debe lidiar con otras frentes. La situación económica, aunque en aparente recuperación, sigue siendo frágil. La Grada d’Animació, la gestión de las secciones y los proyectos sociales son temas que la oposición podría usar en su contra. Víctor Font, Joan Camprubí y Xavi Vilajoana siguen expectantes, esperando el momento de actuar.

El presidente es consciente de que, en estos momentos, el Barça depende del rendimiento del equipo. Una reacción rápida de Flick puede salvar su imagen y fortalecer su posición de cara a los comicios.
La derrota en el Clásico duele, pero Laporta sabe que aún hay margen de reacción. La temporada todavía es joven, y la clave está en que los jugadores se pongan las pilas. Si el equipo sigue sin chispa, la presión sobre el presidente crecerá. Los socios podrían volverse contra él y abrir la puerta a un cambio en la presidencia.
El Barça necesita respuestas inmediatas. Flick y Laporta deben actuar rápido si quieren evitar que la frustración de los aficionados se transforme en un terremoto político en el club.