El Consejo Superior de Deportes (CSD) concedió este miércoles la medida cautelar que el Barcelona solicitó para poder inscribir a Dani Olmo y Pau Víctor después de que antes del cambio de año el club azulgrana no cumpliera con el ‘fair play’ financiero.
La medida que le otorga este organismo, dependiente del Gobierno de España, al Barça llegaba en un momento en el que el club culé está jugando la Supercopa y, además, este miércoles lo hacía frente al Athletic Club en las semifinales del torneo.
Mientras que, desde Arabia, Joan Laporta realizaba un corte de mangas debido a la euforia y al balón de oxígeno que, por enésima vez, concedía un Ejecutivo central al Barcelona, en las filas contrarias el presidente de Athletic verbalizaba la indignación que existe.
“Llevamos ocho días de nuevo año y estamos viviendo algo que es alucinante... Hay situaciones que son esperpénticas”, señalaba Jon Uriarte, evidenciando que las normas, que son de aplicación general, siempre tienen una casuística para el Barça, que vuelve a salirse de rositas y podrá contar con Olmo, el fichaje estrella del verano pasado.
La sensación que tienen en el Real Madrid no es diferente a la del Athletic, ya que eran conscientes de que Olmo acabaría siendo inscrito. Según cuenta ‘OkDiario’, el periódico que dirige Eduardo Inda, el Madrid nunca dudaron de que el trato de favor volvería a producirse.
“Tuvimos claro desde el primer día que iban a ser inscritos”, han señalado fuentes del club merengue al diario digital, que ha afirmado que en Concha Espina viven resignados desde hace mucho tiempo con el Barcelona y prefieren tomárselo con humor.
Un rescate encubierto
El Gobierno ha salvado de lo que podría haber sido otro agujero económico importante para las cuentas del Barcelona, ya de por sí bastante delicadas. De no haber podido inscribir a Olmo, Laporta tendría que haber hecho frente a un pago de más de 100 millones de euros, entre el traspaso del Leipzig y la ficha que tiene el centrocampista.
Además, el ridículo hubiera sido de categoría. El fracaso habría tenido una repercusión de carácter mundial, afectando a la imagen de la marca que representa el Barça, ya bastante deteriorada con el ‘caso Negreira’.