El fútbol profesional te puede cambiar la vida por completo. Es algo inesperado que nunca acabas de asimilar, si es que no te lo planteas en serio. Thibaut Courtois, guardameta del Real Madrid, así lo contaba en uno de sus podcasts, conocido como “Thibaut Talks”.
El belga llegó a debutar muy joven, a la edad de los 16 años. Su proyección le llevó a jugar en el Genk. Equipo de la primera división belga con el que estuvo hasta 2011.
A esa temprana edad, su futuro estaba prácticamente destinado a triunfar en el fútbol mundial, y sus sueños de niño se deshicieron. Aunque podría retomarlos una vez se retirara como guardameta blanco.
Qué hubiera sido de Courtois
En el podcast, Courtois explica que su madre era fisioterapeuta. Una actividad que le parecía muy interesante. Además, lo hacía en su propia casa, en el sótano. Muchas tardes, en la adolescencia de Thibaut, le acompañaba con sus clientes para ver como poco a poco evolucionaban.
Ahora, el arquero del Real Madrid es un asiduo a estos servicios proporcionados por el club. La exigencia y el rendimiento de estar en un equipo de primer nivel, es exhaustivo y los masajes y tratamientos de un profesional de la salud, son muy efectivos. Se le han cambiado los papeles al meta titular.
Aunque no fue la única vocación que tuvo. Además de lo ser fisio, también contempló la posibilidad de ser profesor de educación física en un colegio. Era la actividad favorita del espigado portero en su etapa escolar. Posiblemente, la asignatura que disfrutara más, de allí su pasión por el deporte.
Thibaut, además del fútbol, es seguidor y practicante de otras disciplinas como el mundo del automovilismo. De esta forma, sería una opción para practicar desde: baloncesto, tenis, handball…El aprendizaje de los niños es un reto que admira y que le encantaría poder desarrollar. Aunque ahora mismo no lo contempla.
No descarta planteárselo en un futuro
Confesaba que, al exigirse en un nivel profesional a una edad tan temprana, todo esto se le olvidó. Pero plantea dedicarse en un futuro a todo ello. Sin embargo, sabe de lo sacrificado que es ser entrenador. Algo que no es fácil, además de duro.
El guardameta acaba de cumplir 30 años, y tiene contrato hasta 2026. Feliz en Madrid, se casará en los próximos meses con su novia, tiene pinta que será el guardián del Bernabéu durante mucho tiempo.
Veremos que rumbo escoge cuando la retirada pique a su puerta. No sería el primer guardameta que se enrola en un cuerpo técnico, para enseñar sus técnicas y habilidades a otros porteros.
La trayectoria del belga está siendo fantástica y aprender de él podría ser todo un privilegio.