Arda Güler ha encendido las alarmas este miércoles en Valdebebas. El joven centrocampista turco ha entrenado con un vendaje en el muslo derecho. Una imagen que ha corrido como la pólvora en redes sociales y que ha inquietado al madridismo.
El Real Madrid, sin embargo, no ha emitido parte médico y el propio jugador ha completado la sesión con normalidad. Desde el club aseguran que solo se trata de una molestia leve, propia de la carga de trabajo en estas primeras semanas de pretemporada.
A pesar del susto, Güler continúa con su plan de trabajo. Sabe que este año es clave para él. Ya no es el joven prometedor que aterrizó en 2023. Ahora quiere ser una pieza clave del nuevo proyecto de Xabi Alonso.

El exjugador del Fenerbahçe ha protagonizado una transformación física total. Ha ganado entre 8 y 10 kilos de músculo. Pasa de los 62 a los más de 70. Ya no es aquel chico delgado y tímido. Ahora es un mediocampista más hecho, más fuerte, más preparado.
Cambio radical para liderar el nuevo proyecto
Para lograrlo, Güler ha cambiado su vida fuera del campo. Vive con un fisio, un preparador físico y un cocinero. Todo está orientado a mejorar su rendimiento. Dieta, descanso, entrenamientos extra. Lo ha apostado todo.
Xabi Alonso lo sabe y lo valora. “Es un jugador especial. Con él jugamos mejor”, dijo el técnico hace unos días. En el Mundial de Clubes fue titular en cinco de los seis partidos. Lo usó como interior, incluso más retrasado, y respondió bien. Solo ante el PSG, como todo el equipo, estuvo por debajo del nivel.

Confianza total del club y mentalidad a prueba de todo
La salida de Modric ha sido una señal. El club cree en Arda. Le ven listo para dar el salto. Ceballos parte por detrás en la rotación. Y su mentalidad es fuerte. Nunca ha dudado de su elección. Ni cuando jugaba poco. Ni cuando las cosas no salían bien.
Ahora arranca la temporada más importante de su carrera. El 19 de agosto, en el Bernabéu ante Osasuna, podría ser el primer paso. Pero este miércoles, el vendaje en el muslo ha recordado a todos que nada está garantizado. La ilusión, sin embargo, sigue intacta.